Desde su masificación en los años 90, el internet ha democratizado el acceso a la información, lo que ha desplazado el poder hacia un mayor número de personas. Las redes sociales, en particular, han añadido elementos únicos de empoderamiento y autonomía individual, permitiendo a cada persona proyectarse y lograr una audiencia.
Estos mecanismos, junto con la pandemia de COVID-19, han resaltado la importancia de la salud mental como un pilar del bienestar, redefiniendo el éxito personal más allá de los logros profesionales y financieros. Esta combinación de mayor autonomía individual y una aversión al estrés es lo que hoy conocemos como «Ambición Silenciosa». Esta tendencia forma parte de un grupo de nuevas actitudes y comportamientos que se atribuyen a las generaciones más jóvenes, aunque han permeado en poblaciones de todas las edades.
Según un estudio de Deloitte, la generación millennial y la generación Z valoran más el equilibrio entre vida personal y trabajo, así como la salud mental, que el éxito financiero y profesional tradicional . Además, un informe de McKinsey destaca cómo la pandemia ha acelerado la transformación digital y ha cambiado las expectativas laborales, con un mayor énfasis en el trabajo flexible y el bienestar personal .
Existen varios análisis sobre el impacto de esta nueva filosofía en la organización del trabajo y en las empresas, con un enfoque considerable en grandes corporaciones y la conocida «escalera corporativa», especialmente en países altamente competitivos y desarrollados. Sin embargo, para las pequeñas empresas y emprendimientos, el efecto de la ambición silenciosa puede ser aún más desafiante, especialmente en países de ingresos medios con múltiples barreras para el crecimiento, como el nuestro.
Factores como entornos informales, instituciones frágiles, alta corrupción, bajo capital humano, baja inversión en infraestructura y escasa adopción tecnológica, entre otros, ejercen una presión considerable sobre la creación de nuevas empresas y la supervivencia y consolidación de las medianas y grandes. Según un informe del Banco Mundial, los países en desarrollo enfrentan desafíos significativos en términos de infraestructura y capital humano, lo que limita el crecimiento y la competitividad de sus MIPYMES .
Es necesario analizar cómo una población más autónoma, aunque con menos resistencia a la adversidad y el conflicto, afectará la creación de nuevos emprendimientos y empresas, y en última instancia, el nivel de desarrollo económico y social.
¿Tendremos un aumento en la cantidad de microemprendimientos liderados por individuos en lugar de equipos de trabajo jerárquicos? ¿O presenciaremos un nivel más alto de subempleo y desempleo frente a una consolidación aún más fuerte de las grandes corporaciones que cuentan con los recursos necesarios para la adaptación? ¿Cómo afectará la capacidad de recaudación del estado y los sistemas de jubilación?
Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la falta de empleos decentes y el aumento del trabajo informal son preocupaciones importantes en muchas economías en desarrollo, lo que podría empeorar si no se aborda adecuadamente la nueva dinámica del mercado laboral .
Este panorama plantea varios interrogantes que sugieren una posible desaceleración del crecimiento medido tradicionalmente y la búsqueda de nuevos significados y modelos de progreso ha ser discutidos y acordados entre los distintos actores de la sociedad.
Chase, Larissa. Economista y consultora en investigación
Fuentes citadas:
Deloitte. «Millennial Survey 2021.» 2021.
McKinsey & Company. «The Future of Work After COVID-19.» 2021.
Banco Mundial. «Informe sobre el Desarrollo Mundial 2020: Infraestructura y Capital Humano.» 2020.
Organización Internacional del Trabajo (OIT). «World Employment and Social Outlook: Trends 2022.» 2022.